domingo, 9 de agosto de 2009

EL AMOR DA PAZ

Suena el despertador, lo apago , repaso el sueño, es tarde, voy o no a la oficina, me ducho una hora, estoy atrasada, me demoro en elegir la ropa del día, luego vestida y abrigada como sueca en invierno, corro por toda la casa con el maletín en donde meto mi computador, mi carpeta, mi pluma Lamy, el ipod y los audífonos por si quiero darme una vuelta por las calles de Providencia.

Me subo al auto y sintonizo alguna buena canción, voy tomándome mi uno al día por Costanera Norte disfrutando del sol de invierno.

Llego a la oficina, no tengo el cargador de mi computador, bueno, se me quedo en la casa, hoy trabajo sin tecnología, primer error del día.
Tengo reunión y me fijo en los grados de la estufa, sale que hay 27 grados en la oficina, con el control lo bajo a 25, me saco el abrigo después de un rato, escucho a la agencia de publicidad hablar, a la agencia de medios hablar, a mi hermano dando instrucciones, trato de aportar en algo creativo, "mejor no esforzar la creatividad", me quedo callada y repaso las dos últimas escenas de mi película con sueño, ya que la sala de reuniones se ha convertido en un sauna, el café que me trajo Ruth ni siquiera es capaz de sacarme los bostezos periódicos.

Agarro el auto, voy a casa de Bárbara mi guionista, hablamos de la película y que actrices me gustaría tener, anotamos en su pizarra de tiza en la cocina las escenas que vienen, pero me quedo pegada en la tiza rosada que tira un polvo al suelo mientras escribe, reviso el celular a ver si han llegado nuevos mensajes o llamadas perdidas. Aburrido, nada, quizás este un poco obsesiva, Eva, hija de Bárbara agarra mi celular y se lo mete en su bolsillo y se va a jugar, me pongo nerviosa, que pasa si me llaman o si me mandan algún mensaje, "hey!" pienso, "tengo una nueva fobia, a que nadie pueda comunicarse conmigo", tendrá nombre esa enfermedad, necesitar estar ubicable "por- si- acaso".

Se me quedó la plata de Bárbara, perdona, segundo error del día. Camino con los ojos cerrados a ver cuanto es lo máximo que me atrevo a andar como ciega. Los abro porque las micros en merced no tienen piedad y pueden atropellarme. Me tomo un café o no, estoy indecisa, sería el cuarto café del día y sigo con sueño. Pienso en el futuro, en lo que me pasa, lo que me pasó el fin de semana, lo que me pasa constantemente cada segundo del día.

Vuelvo a la oficina, topo el auto con la reja, no me importa. Me dicen que ando en las nubes, que no me entero de nada y que tengo que ponerme las pilas y despertar.

Y yo contesto.
Si, el amor da paz, me despista, me aleja del mundo, pero ya vuelvo. Tengo que racionalizar un poco más.

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